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En ‘El acontecimiento’, Annie Ernaux relata de forma autobiográfica las dificultades que encontró para abortar en la Francia de los años 60. Una búsqueda a la desesperada y a contratiempo para sacar de sus entrañas ‘el problema’ [sic] en un viaje que la condujo por los estrechos pasillos de una mente habitada por el miedo, la culpa y el rechazo social.
En casa, Paula sufrió dos abortos. Digo sufrió porque los sucesos no deseados se sufren, duelen y marcan para siempre.
Dos embarazos frustrados causados, probablemente, por un problema con la TSH (hormona tiroidea) elevada que dos ginecólogos diferentes no supieron valorar correctamente. Dos embarazos interrumpidos en la semana 8/9, un legrado uterino y muchas visitas a la unidad de planificación familiar, análisis y estudios genéticos que se resolvieron con una tercera ginecóloga que contradijo el dogma impuesto: una TSH superior a 4 mUI/L es causa probable de aborto espontáneo.
Eutirox1, TSH en 2 mUI/L y un embarazo perfecto a término.
Fueron meses duros de miedo, de culpa y de rechazo social.
Como Annie, pero distinto.
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Estuvimos de puente en un hotel de Alfàs del Pi, una población costera alicantina cercana a Benidorm y pegada, espalda con espalda, a Altea.
Hacía años que no pisaba un hotel y pudimos reservar habitación en el Albir Playa, un cuatro estrellas que se parecía mucho más a un tres que a un cuatro por el estado de sus habitaciones. Aún así pudimos disfrutar de tres días de tranquilidad, largos paseos, buffet libre, duchas calentitas, playas de piedras, dolor de pies y estreñimiento.