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—El dinero tiene alma, por eso hay que hacer rituales para atraerlo.
Aparto la mirada del monitor del ordenador y giro la cabeza hacia ella con los ojos abiertos como puertas de garaje.
—Soy escritora. Si quieres, puedo enseñarte algunos—se ofrece.— Yo suelo acostarme encima del dinero. Lleno la cama de billetes y me los restriego por el cuerpo. El olor del dinero atrae al dinero.
No sé qué decir. Lo único que consigo articular mientras esbozo media sonrisa es:
—Yo tendría que acostarme sobre monedas de céntimo.