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¿Qué tal se ha portado Papá Noel este año?
El mío es cada año más funcional. 18 años en pareja acaban por triturar la imaginación en cuanto a lo creativo y hacen que los regalos sean útiles frente a bonitos.
Calzoncillos, calcetines y camisetas térmicas son un clásico que este año no he recibido y casi he echado de menos; sin embargo, sí he recibido crema facial (el año pasado también recibí una crema antiarrugas que terminé hace poco más de un mes sin que haya hecho su trabajo), un cacahuete para masaje que me va a venir súper bien para descargar después de entrenar y varios productos de cuidado de la barba para que luzca hermosa, brillante y perfumada.
Por mi parte, mi propio Papá Noel ha traído unas botas y unos pantalones para la moto que, además de que no tenía, me serán necesarios para hacer el examen práctico del carné A2 dentro de unas pocas semanas.
Hay que ver lo bien que me conoce. Ho, ho, ho.
2
A finales de diciembre fuimos al Gran Circo Wonderland. Este año, su eslogan era ‘Tributo a los cuentos infantiles’, con el reclamo de todos (muchos) de los príncipes y princesas de Disney en su cartel: imaginad la cara de mi hija :-O
No recuerdo cuándo fue la última vez que fui a un circo de carpa. Quizá haga más de 20 o incluso 30 años. Seguramente fui de pequeño, cuando todavía era habitual ver animales adiestrados a base de latigazos.
El circo ha cambiado, afortunadamente para los animales. El Wonderland lleva años siendo uno de los más aclamados y sus números incluyen el trabajo de más de 70 personas entre artistas y ayudantes: contorsionismo, magia, humor, trapecistas, motos, … Dos horas de sesión con un descanso de 15 minutos para intentar arañar una consumición al visitante y descargar las vejigas inquietas.
El circo (ya sea de carpa o de calle) me produce una gran sensación de sufrimiento: sufro cuando un número sale mal, pero también sufro porque creo que algo va a salir mal. Esa tensión es el caldo de cultivo perfecto para lo que viene a continuación: la emoción me invade y me entran ganas de llorar. Y a veces lloro un poco sin poder evitarlo. Lloro de emoción, de admiración, de ver a todos los artistas dando todo de sí y ganándose la vida con el espectáculo.
La trapecista española Pinito del Oro encumbró al circo español y se retiró a los 39 años después de varias caídas graves. El mundo del trapecio ha cambiado mucho en los últimos 60 años:
Salimos del circo dos horas después con el culo algo más estrecho de lo que era al entrar y satisfechos con el espectáculo. Sigo sufriendo con este tipo de actuaciones en directo, pero qué pasada verlos trabajar siempre sonriendo.
3
Mi vecino folla mucho y le he escrito una poesía:
Mi vecino folla mucho
nivel: dieta del cucurucho.
Me tiene un poco hasta las bolas
con sus ruidos a deshoras
me despierta bien de noche
a quemarle voy el coche.
Su novia gime fuerte
cállate ya, pesada
deja de decir ‘sí, sigue’
y ponte en boca ya la almohada.
Que no es por envidia, lo juro
que aunque mi picha siga fría
sólo espero que algún día
en este frío mes de enero
se termine esta alegría
y dormir pueda, compañero.
: : en bucle : :
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