Como muchos de su generación, mi abuelo dormía con un transistor a pilas (radio) bajo la almohada.
Inevitablemente, mis noches de verano en la casa del pueblo estaban llenas de noticias de Radio Nacional de España locutadas por voces profundas, nocturnas y graves que lentamente te llevaban de la mano hasta alcanzar el sueño.
La brisa seca entrando por la ventana; la noche estrellada de los meses de julio y agosto alumbrando el suelo; las arañas zancudas haciendo suyas todas las esquinas.
La calma.
El silencio absoluto alrededor sólo roto por el ladrido de algún perro nervioso.
Abro los ojos en mitad de la noche. La radio suena amortiguada por la almohada y las frases llegan intermitentes entre los ronquidos.
Me acurruco y me arropo con unas sábanas en las cuales no reconozco el olor. En la habitacion contigua, mi abuela duerme. Y ronca.
Ella no necesita radio.
La casa del pueblo está llena de historias de fantasmas que aparecen durante la noche y abren y cierran las puertas, suben a las cámaras donde las patatas son alfombra y hacen crujir barricas de vino y vigas de techo para hacerse notar en la oscuridad.
Fantasmas como el del tío Bernabé, que murió aplastado por su propio tractor y que ahora reclama atención vagando indefinidamente por el mundo de los vivos.
Una leve corriente de aire hace golpear la persiana que tapa la ventana por fuera.
—Ya están aquí—pienso para mis adentros.
Consigo descifrar la voz que anuncia en la radio que Miguel Induráin es maillot amarillo en el Tour de Francia. Estamos en 1991 y empieza a forjarse la leyenda del español que ganó cinco tours consecutivos. No entiendo mucho de ciclismo, pero las sobremesas del pueblo consisten en ver pedalear a decenas de corredores en un televisor en blanco y negro alimentado por una placa fotovoltaica.
Si el día nace nublado, no hay televisión. No hay tour que valga.
Concentrado en las voces de la noche me alcanza el sueño, desaparecen las arañas y se esfuman los fantasmas. Duermo plácido y me despierta el olor del café recién hecho entremezclado con el humo de un Ducados.
He superado la noche.
Un nuevo día amanece en el pueblo.
057
Mi madre sigue durmiendo con la radio en la almohada, lo heredó de mi abuelo... Y yo escucho podcast 🤣
Mi padre toda la vida lo ha hecho y lo sigue haciendo. Con su varias veces comprada (la misma) radio pequeña Sony metida bajo la almohada para amortiguar un poco el sonido